La microbiota tiene un rol clave en el sistema inmune ya que se estima que el 80% está presente en este órgano del aparato digestivo.
El nuevo coronavirus Síndrome respiratorio agudo severo Coronavirus 2 (SARS-CoV-2) que ha surgido hace 11 meses en China y es responsable de la pandemia mundial de la enfermedad COVID-19 y está fuertemente asociado con síntomas respiratorios durante la infección. Pero en miles de personas también se han identificado síntomas gastrointestinales, como diarrea, vómitos, náuseas y dolor abdominal. Esto está relacionado directamente a los cambios en la microbiota, un término médico que se ha puesto de moda y es sinónimo de la flora del intestino grueso (colon).
La puerta de entrada del virus a nuestro cuerpo son los receptores llamados ACE – TMPRSS2 que se producen a partir de los genes con el mismo nombre. Se expresan en más de 150 tipos de células en el cuerpo con una mayor expresión en los alvéolos (células pulmonares encargadas de la oxigenación de la sangre), los intestinos (intestino delgado y el colon) y riñón. Por lo tanto, cuando el virus infecta el intestino se produce inflamación generando disbiosis. La microbiota tiene un rol clave en el sistema inmune ya que se estima que el 80% está presente en este órgano del aparato digestivo. Es fundamental tener una microbiota balanceada para evitar la disbiosis, o sea, el desequilibrio microbiano.
Varios estudios científicos han demostrado que la disbiosis en humanos se asocia con múltiples alteraciones gastrointestinales, así como también enfermedades crónicas frecuentes no-gastrointestinales como obesidad, diabetes, arterioesclerosis, asma y trastornos del espectro autista. Además, hasta un 15% de las personas con infección por COVID-19 pueden presentar manifestaciones gastrointestinales como falta de apetito (anorexia), dolor abdominal, náuseas, vómitos y diarrea, como lo expresa el reciente trabajo publicado por el doctor Jilei Zhang y colaboradores de la University de Illinois en Chicago, EEUU en la revista científica Genes & Disease de acuerdo a varios estudios científicos publicados con anterioridad y relacionado al tema.
Un desbalance de la microbiota puede traer muchos síntomas, que alteran la calidad de vida.
Según los investigadores, el artículo se centra en los síntomas gastrointestinales y la fisiopatología de la enfermedad COVID-19. La evidencia sugiere que el tracto gastrointestinal podría ser un objetivo viral para la infección por SARS-CoV-2. El receptor ACE2 del SARS-CoV-2 no solo se expresa en gran medida en el tracto GI y está asociado con síntomas digestivos, sino que se observa sangrado e inflamación en el intestino de los pacientes con COVID-19.
Además, se resume sistémicamente la correlación entre la enfermedad COVID-19, los síntomas gastrointestinales y la microbiota intestinal. La posible transmisión oral-fecal de COVID-19 fue respaldada por la detección de ARN viral y virus vivos en las heces de los pacientes con COVID-19. Inclusive, el equilibrio viral en el tracto gastrointestinal podría alterarse durante la infección por SARS-CoV-2, lo que podría afectar aún más la homeostasis de la flora microbiana intestinal. Finalmente, los expertos discuten los ensayos clínicos en curso y de tratamientos / terapias, que incluyen medicamentos antivirales, transfusión de plasma e inmunoglobulinas, y suplementos dietéticos para COVID-19.
Durante el tratamiento de COVID19 se declaró que algunos pacientes presentaban disbiosis microbiana intestinal con disminuciones en probióticos como Lactobacillus y Bifidobacterium. La implementación del apoyo nutricional (saludable) e indicación de prebióticos o probióticos regulan el equilibrio de la microbiota intestinal y reducen el riesgo de infección secundaria debido a la translocación bacteriana”, detalló Zhang, que describió que la microbiota intestinal puede ser la base de la susceptibilidad de individuos sanos al COVID-19, y que las características microbianas centrales del intestino y los metabolitos relacionados pueden servir como un objetivo potencial de prevención / tratamiento para intervención, especialmente entre aquellos que son susceptibles a la infección por SARS-CoV-2. En conjunto, se sugiere que la microbiota intestinal subyace a la predisposición de individuos sanos que tienen biomarcadores proteómicos sensibles a COVID-19.
Esto significa que las infecciones por COVID-19 causan daño e inflamación en el tracto gastrointestinal afectando el sistema inmune intestinal localizado en la microbiota y de esta manera, el sistema inmune general, empeorando la severidad clínica de esta enfermedad en general (pulmones y otros órganos).
Es fundamental tener una microbiota balanceada para evitar la disbiosis, o sea, el desequilibrio microbiano.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Hong Kong, China analizó el microbioma intestinal (análisis genético de la microbiota) de 15 personas con COVID-19 que fueron internadas con diferentes grados de severidad desde leve (sin evidencia de neumonía en los estudios radiológicos) hasta grave (fallo de múltiples órganos con necesidad de asistencia respiratoria mecánica) que fueron comparados un grupo control de 21 personas (15 sanas y 6 con neumonía de otro origen). El microbioma es nuestro segundo genoma, es el análisis genético de los genes presentes en nuestras bacterias intestinales que se realiza a partir de una minúscula muestra de materia fecal. En este estudio científico publicado recientemente en la revista Gastroenterology, descubrieron que una mayor cantidad de las bacterias Coprobacillus, Clostridium ramosum y Clostridium hathewayi se correlacionó con la gravedad de COVID-19. A su vez, hubo una correlación entre una mayor cantidad de Faecalibacterium prausnitzii (una bacteria anti-inflamatoria) y una menor gravedad de la enfermedad.
Este grupo de investigadores estaría desarrollando una fórmula probiótica en un suplemento (bacterias vivas que benefician la microbiota) para atacar la disbiosis intestinal y aumentar la inmunidad contra COVID-19 y otras infecciones virales emergentes. “Actualmente, en el país, existe un suplemento vitamínico con 7 cepas probióticas de Lactobacillus. Una mayor cantidad de la cepa probiótica de Lactobacillales se asocia a niveles altos de un tipo de glóbulo blanco llamado linfocito T CD4+, una de las células más importantes del sistema inmune, ya que tiene la función de sensor y reconoce microorganismos invasores. Estos linfocitos comunican esa información de reconocimiento al sistema inmune, para que luego otro tipo de linfocitos B produzcan los ‘misiles’ para destruirlos (proteínas especiales de defensa llamadas anticuerpos).
Hace años, que analizo los datos del microbioma para identificar la composición de la microbiota y de esta manera, saber cómo está comiendo una persona sin ni siquiera hablar con ella. Su microbiota nos ‘cuenta la verdad sobre su salud intestinal y su tipo de alimentación cotidiana’. Si una persona en su microbioma tiene una prevalencia de bacterias Prevotellaceae demuestra que come verduras, frutas, legumbres, o sea, una alimentación basada en plantas. Este hallazgo también está presente en personas vegetarianas y veganas. Por otro lado, si hay una mayor prevalencia de bacterias Bacteroidetes demuestra que tiene un tipo de alimentación/dieta Occidental que se caracteriza por el alto contenido carne, productos de origen animal (leche, lácteos y huevos), productos ultra-procesados (paquetes), alimentos fritos, exceso de azúcar, bebidas con alto contenido de azúcar o edulcorante (gaseosas y jugos saborizados).Las infecciones por COVID-19 causan daño e inflamación en el tracto gastrointestinal afectando el sistema inmune intestinal localizado en la microbiota.
Con una muestra de saliva, analizamos el ADN de la persona y realizamos un test genético nutricional. Con los datos de esos marcadores genéticos y los de su microbioma, diseñamos un plan de alimentación personalizado de acuerdo a la mejor composición nutricional de la persona y sus bacterias. El microbioma nos permite conocer el estado de situación de una persona, así como también realizar el seguimiento médico-nutricional cada 3-6 meses dependiendo de cada caso. Desde hace unos meses, durante esta pandemia comencé a tomar probióticos (suplemento vitamínico + 7 cepas probióticas de Lactobacillus) todas las mañanas en el desayuno, una forma de ayudar a combatir la disbiosis.
El estudio científico mencionado incluye pocas personas y los autores lo denominan ‘piloto’, pero es un buen camino estratégico para considerar como parte del manejo clínico e inclusive preventivo en la ‘medicina de precisión’. A su vez, sigue confirmando un nuevo concepto, y mi objetivo es que cada vez más personas lo incorporen para seguir jerarquizando la alimentación saludable: ‘una buena salud intestinal es clave para tener una buena salud general’.
*El autor, doctor Jorge Dotto (M.N. 107.411), es médico genetista, que cuenta con una amplia trayectoria en los Estados Unidos y en Europa.
Fuente: Infobae.com